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FERNANDO BERRINCHE

Una noche en casa de Fernando, después de la merienda con sus padres y sus abuelos, su mamá le dijo:

-Fernando, ya es hora de dormir.

- Pero mamá, ya va a empezar la película de vaqueros, ¿me puedo quedar?

-No, te he dicho que no. Es tarde y tienes que ir mañana a la escuela.

-Por favor, mamá.

-No, te he dicho que no.

-¡Mamá, me voy a poner furioso!

-Pues ponte furioso, pero es hora de ir a dormir porque mañana vas a ir a la escuela.

De pronto, Fernando empezó a ponerse muy furioso. Su mamá le pedía que se controlara. Fernando se puso rojo de ira y un fuerte viento empezó a soplar moviendo los muebles, las cosas y hasta la propia casa. Su mamá llamó a su papá para tratar de calmarlo, pero Fernando, que ya tenía la cara irreconocible, había provocado con su furia un huracán que derribó casas parques árboles y destruyó todo a su paso.

-¡Por favor Fernando, detente, no sigas! Le decían sus padres.

-¡Estoy muy furioso, muy furioso! Seguía diciendo Fernando.

La furia de Fernando se convirtió en un terremoto universal, causando muchos destrozos en todos los países del mundo. Al darse cuenta del desastre que estaba causando, Fernando se sentó en un trozo de madera, se tranquilizó y se preguntó:

-¿Por qué me puse tan furioso? ¿Por qué estaba tan enojado? Ya no me acuerdo.

-¿Qué fue lo que me hizo enojar? Ojalá me hubiera controlado antes de provocar todo esto.

 (Adaptación del cuento “Fernando furioso” de la colección “Un  sillón para el rincón”).



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